4 d’oct. 2012

BORJA VILASECA


El Principito se pone la corbata

La filosofía materialista que abandera el capitalismo salvaje está en decadencia. A estas alturas, ya nadie pone en duda que la crisis financiera del sistema es en realidad una crisis de valores y de consciencia de la sociedad. Puede que en Occidente seamos más ricos que nunca, pero también mucho más pobres. Prueba de ello es la actitud con la que la mayoría de empleados españoles afrontan los lunes. A primera hora suena el despertador y se levantan a regañadientes de la cama para ir a trabajar, entrando en una rueda de la que no saldrán hasta el viernes por la tarde. Y dado que las empresas siguen creyendo que la “gestión tóxica” de sus colaboradores es la más eficiente para multiplicar sus tasas anuales de crecimiento y lucro, para muchos la palabra “trabajo” sigue siendo sinónimo de “obligación”, “monotonía”, “aburrimiento” y “estrés”.
De hecho, la gran mayoría de la población activa trabaja porque no le queda más remedio. Es una simple cuestión de supervivencia económica. Por medio del control del capital, que se traduce en el pago de salarios a finales de cada mes, las empresas se han convertido en las instituciones predominantes de nuestra era. No sólo condicionan y limitan nuestro estilo de vida, sino que son dueñas de nuestro tiempo y de nuestra energía. Incluso hay quien dice que la esclavitud y la explotación no se han abolido. Tan sólo se han puesto en nómina.
Como consecuencia de este contexto socioeconómico, cada vez más trabajadores detestan a su empresa, no soportan a su jefe y odian su profesión. Lo cierto es muchos están dejando de creer en la felicidad. Basta con ver la cara de la gente por las mañanas en los vagones del metro o en los atascos de tráfico. Algunos sociólogos afirman que padecemos una epidemia de “falta de sentido”, lo que a su vez está ocasionando una enfermedad psicológica, más conocida como “vacío existencial”. Debido a esta saturación de insatisfacción colectiva ya hay quien nos define como “la sociedad del malestar”.
El Principito se pone la corbata (Temas de Hoy) es una fábula aparentemente inocente, cuya intencionalidad es cuestionar la falta de valores imperante e nuestra sociedad, proponiendo el autoconocimiento y el desarrollo personal como caminos para superar la crisis existencial individual y colectiva. Inspirada en El Principito, de Antoine de Saint-Exupéry, este relato pone de manifiesto el profundo cambio que pueden experimentar los seres humanos y, por ende, las organizaciones de las que forman parte, cuando toman consciencia de su verdadero potencial, poniéndolo al servicio de una función necesaria, creativa, sostenible y con sentido.