14 d’ag. 2014

VIOLETTE LEDUC




Violette escrivia perquè necessitava parlar-se a ella mateixa. Perquè el seu cor era un torrent d'emocions incontrolables, perquè tenia tant per dir i sentir i tan poques persones que realment li demostressin que l'estimaven... no va trobar l'amor de la seva vida i mai es va sentir valorada ni estimada per la seva mare. Sense pare, amb l'etiqueta al cor de bastarda... va malviure fins que va aconseguir amistat amb Simone de Beauvoir qui va creure en ella. 
No se sentia una intel·lectual malgrat el cercle que freqüentava... Sartre, Beauvoir, Genet, Camus... Escriure per viure i viure per escriure...Escriure per sobreviure a la solitud. Sense tabús, tal com sentia. Res més genuí.
Admirable la pel·lícula sobre la seva vida... una font per apropar-nos més a aquesta dona oblidada i que ha escrit tan bé sobre els sentiments i la sexualitat femenins.

L'asfíxia, el taxi o la bastarda són els títols de les seves novel·les/vida.

No busqueu els llibres perquè estan descatalogats.  Violette és la gran oblidada de la literatura francesa... cal preguntar-se el per què.

Aquí us deixo un fragment de la seva magnífica i indescriptibleveu:

Imperioso, perentorio como una ráfaga de granizo. Colosal como una nube de Holanda. Irresistible. Me fulmina cuando divago, me quema cuando monologo. El silencio después de la partida de mis cuarenta amigas. El silencio en el cual me diluyo, me expando. Es mi jardín, polvo y flores grises. Siempre se callan en casa. Silencio de tres libros junto al lecho, silencio de las fotografías, silencio de mis medias sobre la silla, silencio de mi hacha, silencio del hielo. El silencio; adorna mis cosas, mis objetos, la lámpara, el florero, el pimpollo de rosa. Leo en mi cama; una tiara; es el silencio sobre mi cabeza. Cosas, objetos, nuestra comunidad en el silencio. Un latido, mi corazón, la muerte golpea en el fondo de los mares. Una colmena en invierno, parece una cabaña sin vida, es mi cabeza; escucho el silencio de mi brasero apagado, soy la guardiana del silencio. Clavada en mi silla, clavada en mi puerta. Demasiado silencio. ¿Sangra en la pared? Es el silencio, está en mis venas. La silla se callaba, el silencio la adormece, letanía del silencio, esa silla. El espejo a lo lejos me vigila, el cielo por encima de la ropa tendida se asombra: es el silencio ante el vidrio. Las olas descansan, son más blandas que mi seno, es el silencio de mi noche blanca (...) Miles de otros muertos, miles de estrellas nuevas, me miran, me ven muerta. Silencio, silencio. Yo marchaba junto al maíz y los girasoles, la luz me hería. El silencio, el sol, un escarabajo huía. Silencio de un botón de nácar en el sendero. (...) No hay más que palabras definitivas. No hay otras palabras. Tengo una fiebre de buscador de oro para encontrar esa palabra: el diamante de una obrera. Si no la encuentro voy a arrastrarme a lo largo de los cafés cerrados a las once de la noche. Las sillas, una sobre otra, son elocuentes, y yo estoy muda. ¿En qué te has convertido, tú, que querías escribir? Un pedazo de diario pisoteado con el que se divierte el viento en una calle pisoteada. (...) Las tres de la mañana. Las cuatro de la mañana. El alma es friolenta, el corazón no está tranquilo, las manos están vacías, el pie que movemos dentro del zapato no demuestra que estemos vivas, estamos lívidas hasta la punta de los dedos, nos apretamos las unas contra las otras, esperamos el día. La vieja reinita desteje su bufanda, destruir la embellece. "